martes, 23 de diciembre de 2008

Cooperantes, profesión o pasión?


Joaquim Tres describe muy bien (habiendo aceptado el sistema, of course) la importancia de la PROFESIÓN de COOPERANTE. Con mayúsculas, por llamar la atención sobre ello. No es una profesión reconocida, ni siquiera aparece en los listados oficiales de tipos de trabajos del INEM. No es una profesión valorada, se presupone detrás de cada uno de ellos o ellas, unas “buenas intenciones” y “un amor al arte” que no debería ser premiado.

No sé si se debe, en especial en España, al origen sobretodo religioso de la cooperación. Todos nos acordamos de los misioneros y misioneras, aquellas historias de curitas o monjas que se iban a países lejanos y desconocidos a “ayudar”. Era parte de su vida, lo dejaban todo (si es que tenían algo aquí…) y se marchaban. No cobraban allá, tampoco lo hacían acá. No estaban formados, no sabían a dónde iban, a qué cultura se iban a integrar o modificar.

¿Será por eso?

Además, es una profesión que no sólo requiere de un nivel de conocimiento técnico y social considerable porque abarca muchos campos, si no que se exhortan unas actitudes personales muy particulares. Y sí, también es vocacional. Esto no ocurre en otros puestos de trabajo. Pero a diferencia de profesiones como la de médico (bien vocacional y muy valorado por la sociedad) u administrativo (sin requerimientos de actitudes específicas, y, por supuesto, sin ningún tipo de menosprecio sobre esta profesión), los cooperantes son entes abstractos, una especie de bichos raros que viajan y tienen historias interesantes que contar, como muchos nos ven.

Pero esto está cambiando, demandando perfiles cada vez más capacitados. Al igual que los doctores, de los resultados de las actividades que sean realizadas por los cooperantes pueden depender la vida (calidad, capacidades, felicidad…) de muchas personas en este planeta.

Por la profesionalización de la cooperación!


Salud!


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