Mi último post de esta sección estaba dedicado a los donantes y las diferentes relaciones de poder que juegan frente a los países apoyados. Pero he decidido desviar algo el tema y relatar lo sucedido esta tarde-noche y la semejanza con esa relación de dependencia-poder entre los diferentes actores de la cooperación.
Hoy, último día para entregar los trabajos de la última asignatura cursada en el máster, una gran mayoría de los alumnos estamos ultimando y terminando los trabajos. Por un lado, el trabajo en grupo, que esperamos todas las partes y las sugerencias para ensamblarlas y formar un análisis coherente. Por otro, un trabajo individual. Todo calculado. A las 20h00 habría terminado sobradamente con todo, mi parte del trabajo en grupo terminada ayer (un compañero se encargaría de unir las partes del trabajo en grupo) y restaba rematar el mapa conceptual. Además, a esa hora había quedado con unas amigas para celebrar las fiestas.
18h30. La señal de que quedan pocos minutos a la batería aparece. Voy a buscar el cable para conectar el ordenador a la red y, oh sorpresa, no está!!! Me lo había dejado en casa de mis padres el día de Navidad. Y ahora qué? Llamo a varios amigos hasta que una de ellas dice que tiene un cable de la misma marca que el mío. Salvada! Voy a por él, la invito a un té calentito, claro, y cuando llego a casa, sí, otra vez, la clavija no encaja en mi agujero. Desesperación. Nuevas llamadas. Al final opto por no molestar a nadie más, regresar a casa de mis padres y recuperar el cable.
Ahora. Tensión. Me han pedido que ensamble el trabajo en grupo porque el resto no ha podido. Antes de las 00h00 porque se acaba el plazo!!!.
Y me pregunto si ha sido necesario tanto “estrés” por cumplir plazos. Realmente yo creo que cumplir con lo establecido es necesario y siempre suelo hacerlo, pero en casos imprevistos, cuánto importan unas horas. La verdad es que no puedo evitar un sentimiento de culpabilidad (y algo de pensamiento negativo “que mala suerte”).
Pero aún más importante... cuánto hemos llegado a depender de la tecnología y qué necesario se hace el acceso a internet, los recursos tecnológicos necesarios (un cable...) y qué cuadrados podemos llegar a ser... empezando por mi misma...
Me imagino a los que están al otro lado del estrecho, del océano o del continente. ¿Cómo se deben sentir ellos cuando les pedimos plazos en horarios distintos? ¿Respuestas inmediatas a correos electrónicos cuando no tienen acceso a la red o les cuesta caminar una hora hasta conseguirlo? ¿Cuánto esfuerzo les supondrá cumplir con nuestros ritmos y exigencias?
Yo, al menos por esta vez, voy a andar a un ritmo pausado.
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